prologo

Los soñadores compulsivos son aquellos que han logrado ir por la vida manteniendo con gran cintura el precario equilibrio entre la realidad real y la virtual, sin que ninguna le joda a la otra. Este espacio fue creado para drenar la testa de una de estas cabezas de chorlito, porque, como dijo el poeta:
"Qué lindo que es soñar, y no te cuesta nada más que tiempo"

sábado, noviembre 19, 2011

"No les des bolilla"


ADVERTENCIA: EL SIGUIENTE RELATO ESTÁ COLMADO DE RESENTIMIENTO. SI EN ALGÚN MOMENTO SE SIENTE IDENTIFICADO EN UNA U OTRA DIRECCIÓN, TAL VEZ NO DEBERÍA SEGUIR LEYENDO. SI INSISTE, SERÍA BUENA IDEA TENER PAÑUELOS FACIALES A MANO.

Ahora que he emprendido el viaje de la educación superior he sido puesta frente a frente con los peores terrores y recuerdos reprimidos de mi infancia. Uno no cree que los tiene, hasta que aparecen resplandecientes y fresquitos, como si hubieran sucedido ayer. Tal vez muchos crean que estas cosas son una pavada, pero al mismo tiempo que los chicos pueden ser muy crueles, los adultos pueden ser igualmente pelotudos.
La mayoría de nosotros hemos sido blanco de alguna cargada durante nuestra vida escolar. El problema es cuando te hacen el blanco de todas. El gordito, el morocho, el más inteligente, el lindo... cualquier cosa que te haga sobresalir del promedio será suficiente excusa para ser el tacho de basura del aula. Esto puede ser considerado una tontería, o "cosas de chicos" por todos, excepto por quienes lo padecemos. Para nosotros es terrible. Y más terrible se vuelve aún cuando, finalmente, enfrentando el miedo pedís ayuda y la única solución que recibís de parte de tus padres, maestros, directora, gabinete psicopedagógico y resto del mundo, son estas cuatro palabritas: "No les des bolilla." Claro, solución para ellos, que están para cosas más importantes, no para atender tonterías que siempre habían pasado e iban a seguir pasando. Nadie se había muerto por eso... todavía.
En descargo de los adultos se podría decir que hace 20 años no se sabía demasiado de lo que a mí me pasaba dentro de los muros de aquel templo del saber, ni los alcances de sus devastadores efectos futuros. Tan poco se sabía, que ni nombre tenía. Imaginen el horror de atravesar una situación desagradable y sin nombre. Piensen en algún nene de nueve años que conozcan. Ahora, imagínense de lunes a viernes nueve meses al año desde los nueve hasta los doce años.
A estas alturas se estarán preguntando por qué no me cambiaron de escuela. Tres razones tenía en mi cabecita de 9-12 años: Primera, yo estuve demasiado avergonzada para contarle a alguien que me maltrataban en la escuela. Pasaron tres años y medio hasta que hablé. ¿Quién iba a pensar que algo andaba mal conmigo si tenía el boletín lleno de "Muy Satisfactorio" (en aquel tiempo no nos calificaban con números)? Segunda, si me cambiaba de escuela era probable que me pasaran dos cosas: que en el otro colegio me siguieran tomando de punto por ser nueva; y, además, perdería la posibilidad de aquello que, al fin de cuentas, era lo único que me mantenía donde estaba => Tercera, después de años de boletines impolutos y de asistencia perfecta en la Guardia de Honor de la Bandera de Ceremonias, era obvio para todos (incluso, vaya paradoja, para mis maltratadores) que mi estoico sacrificio terminaría de ponerla en mis manos...
Pero no. Como si no hubiese sido suficiente con mis monstruosos/as compañeritos/as, un desacuerdo con mi maestra de sexto acerca de una palabra (para mí era "utensilios", para ella "utensillos") decapitó mi última esperanza de compensación. Yo no sé si eso tuvo algo que ver, pero después de ese episodio nunca más volví a estar cerca de la bandera, ni siquiera de escolta. Todos se sorprendieron, pero para mí fue el mazazo final. En séptimo, nada importó. Sólo quería terminar y nunca más volver. Fue inercia pura. Tuve lo que sería un 1 en el boletín y por fin mi martirio vio la luz. Pero para entonces, aún para esa frasecita inopinada y desconsiderada, ya era tarde. Había perdido lo único que me importaba en el infierno que era para mí la escuela primaria. Levanté mi nota de ciencias sociales y me fui sin mirar atrás, a empezar de nuevo en una escuela donde no me conocieran, donde no supieran lo que había pasado.
Muchos podrán decir que no me fue tan mal. Y tienen razón. A Jokin Ceberio o a Javier Romero (más conocido por el apodo que odiaba) les fue peor. Pero yo tengo un título profesional que nunca ejercí por miedo de ir a buscar trabajo. Tengo miedo de hablar en público. Tengo pánico del escrutinio ajeno. He sido lo suficientemente cobarde como para construir mi vida con los pedazos de mis sueños rotos.
Y es entre lágrimas que escribo estas líneas. Es evidente que no lo he superado. Apenas lo he sobrevivido. Así que no se atrevan a decirme que son cosas de chicos y no tienen consecuencias.
Por fortuna para mis futuros alumnos, ahora hay más que se puede hacer, hay formas de luchar contra el bullying y de defenderlos... incluso de sí mismos. Una cosa puedo prometer: Tal vez, sólo tal vez, oigan esa frase. Pero jamás la oirán de mí.

(Podría contar por qué fui el blanco de la burla, pero ¿acaso tiene importancia?)

Dedicado a I.C., a la srta. Graciela P. y a todos los infelices que me jodieron la vida.

1 comentario:

  1. Lula, pasaba a saludar por fin de año y pensé que había comentado este post... a esta altura del año no es tan grave (pasado mañana me busco otra excusa!)
    Me acuerdo que la primera vez que lo leí me llamó la atención porque la advertencia no debería ser en cuanto al resentimiento (para eso estoy yo, según mi jefa al cuadrado!) sino para los que son de lágrima fácil.
    Otra vez lo leí y me embronqué pero también me entristeció.
    Para mí séptimo fue el mejor o uno de los mejores años de todo el colegio, me parece casi un sacrilegio que no lo hayas podido disfrutar.
    Y hablando de la docencia... nunca sentí el llamado (porque hay que tener vocación eh?) pero sí cuando miro para atrás me doy cuenta de lo plagada de perversión que está la educación formal, desde los chiquititos hasta la universidad... y uno en su momento lo toma como natural, que es lo más grave.
    Espero poder identificar esas situaciones con MC.
    Estoy segura que vas a contribuir a que esto suceda cada vez menos.
    Volviendo a mis intenciones originales, te deseo un feliz 2012 (ando medio distanciada con twitter, je!)

    Beso!

    ResponderBorrar

¡Gracias por su tiempo!
Deje su mensaje después del tono... Piiiiii!