prologo

Los soñadores compulsivos son aquellos que han logrado ir por la vida manteniendo con gran cintura el precario equilibrio entre la realidad real y la virtual, sin que ninguna le joda a la otra. Este espacio fue creado para drenar la testa de una de estas cabezas de chorlito, porque, como dijo el poeta:
"Qué lindo que es soñar, y no te cuesta nada más que tiempo"

viernes, enero 29, 2010

Paraguas Contreras



A veces me siento como este cartel, llevando la contra a mi alrededor. No hay que malinterpretar: no cuento chistes en funerales, pongo por caso, pero a veces me siento muy turula por no seguir la corriente... Como hace un par de días: nueve de la mañana, hacía un calor que eran dos, la calle olía a eau de sudor, parfum de tabac y otros aromas de los que ya he hablado, mi santo varón y yo obligados a deambular en pleno sol, con un hermoso paraguas sobre nuestras cabezas. Sí, dije paraguas. ¡Y qué menos podía hacer! Con tanto sol no había gorrito que alcanzara, de manera que tuve que optar por cubrirlo por completo, con un artículo para la lluvia. De más está decir las miradas de "Loca" en las caras de la gente, y la mía, bien coloradita. Ante tal panorama tenía dos opciones: 1) cerrar el paraguas, esconderlo en el bolso y tratar de ir por la sombra (así dejaría de soportar la inocultable, inaguantable e insaciable curiosidad ajena); 2) aguantármela. Miré a mi Muchachín hacer sus acostumbrados pucheritos dormidito (siempre se duerme en la mochila canguro) y miré a mi alrededor... gente lo menos vestida posible con las cabezas desnudas pululaban como hormigas al sol en todas direcciones, y solo pude preguntarme cuántos de ellos podrían tenderse de espaldas esa noche, quiénes tendrían plantas de aloe vera a las que arrancar hojas para aliviar el ardor, cuáles caerían en sus camas al día siguiente por tomar agua helada o bañarse recién llegados de la calle... y un laaaaaargo etcétera. Y decidí que tenía una tercera opción: mandar a mi Alrededor a freír churros, y hacer lo que se me cante, lo mejor que me saliera. Y así seguimos, mi peque y yo, hasta llegar a destino, si los demás querían morir fritos, era su problema, nosotros estuvimos a salvo a la sombra de un octógono regular hecho para la lluvia. Y agregué otro ítem a la lista "no salir de casa sin": el paraguas (nota: dejar en casa cuando llueve).

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