prologo

Los soñadores compulsivos son aquellos que han logrado ir por la vida manteniendo con gran cintura el precario equilibrio entre la realidad real y la virtual, sin que ninguna le joda a la otra. Este espacio fue creado para drenar la testa de una de estas cabezas de chorlito, porque, como dijo el poeta:
"Qué lindo que es soñar, y no te cuesta nada más que tiempo"

martes, enero 19, 2010

Sensaciones del verano

Olor a pavimento caliente: Solo a mí se me ocurre andar en la calle a las tres de la tarde, después me quejo porque me bronceé (cosa que ODIO).
Olor a charco sobre pavimento caliente: Después de un tormentón pasajero. O no tan pasajero, si es el año de la corriente El Niño.
Dolor de cabeza por comer helado: ¡Sarna con gusto no pica! Pero, cómo duele...
Dolor de cabeza por insolación:"¡Pero! ¿No te pusiste sombrero?" "Sí, pero me lo saqué porque todos te miran (grrr)." Francamente, envidio a mi vieja, capaz de ponerse un stetson negro sin ningún pudor y permanecer inmutable cuando le gritan:"¡Doña Bárbara!"
Sensación del viento cortándote la cara: Esa es para los afortunados que lloran todo el año que no tienen plata y los findes largos y vacaciones no les ves ni el pelo. Y encima se quejan de la arena en la ropa. Má sí, que vayan a freir churros al Planetario, gatafloros...(es mi envidia la que habla, cómo extraño la playa!!!!)
Vaho que te golpea en plena jeta: Si no tenés un acondicionador de aire con timer, es el precio que tenés que pagar por la osadía de pasar el día en otro lado (porque, si lo tenés, timer o no timer, todos, desde tus compañeros de primaria que reencontraste en Facebook antes de recordar por qué te juraste no volver a verlos, hasta tus primos en tercer grado con los que tu abuelo te obligó a jugar una vez, sí, una sola, porque quería hacer las paces con su hermano y, jamás sabrás por qué, tenía que llevarte, están adheridos al suelo de tu morada y no los sacás ni con la policía). Así vuelvas de madrugada, ESE calor inmundo te estará esperando para noquearte en cuanto abras la puerta de la casa-horno. No hay ventanas , ventiladores ni revistas que alcancen. Para el bebé, a mí me da igual.
Mayonesa: De ave, de atún, ensalada rusa, como aderezo de un sanguchazo... todo vale a la hora de esquivar aquel artefacto encastrado a un caño que sale de la pared azulejada (o tratar con él lo menos posible), que tanto gustamos de castigar (aunque más no sea para calentar el café) en invierno, cuando extrañamos y rogamos por un veranito de San Juan que nos traiga algo del mismo calor que luego amamos odiar (yo no, AMO el verano) y la salsa fría más popular nos viene como anillo al dedo para tal menester. Salvo que uno sea diabético o tenga el colesterol elevado (aunque ya hay productos especiales), en niguna heladera que se precie puede faltar un frasco, doy-pack o sachetcito, de huevo pasteurizado, de soja, con aceite de oliva, mezclada con mostaza, con ketchup, con aceitunas negras (mi favorita). Y próximamente: Helado de mayonesa a la crema!!!! No digan que no avisé.
Tengo más. Pero acá hay un señor a quien el único calor que se banca es el del pecho de mami. Se nos vemos

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