prologo

Los soñadores compulsivos son aquellos que han logrado ir por la vida manteniendo con gran cintura el precario equilibrio entre la realidad real y la virtual, sin que ninguna le joda a la otra. Este espacio fue creado para drenar la testa de una de estas cabezas de chorlito, porque, como dijo el poeta:
"Qué lindo que es soñar, y no te cuesta nada más que tiempo"

viernes, junio 11, 2010

¡Llegó el In-brrrr-no!

Que nadie me joda con que falta, con el 21 de Junio y demás pavadas, es groseramente notorio que el invierno ya llegó. La mejor prueba de eso es que estoy escribiendo con los guantes puestos. Tal vez tenía que compensar tanto veranito de San Juan y la llegada tarde del año pasado. ¿Es que, acaso, no tuvo suficiente compensación con haberse quedado hasta finales de Noviembre? Lo recuerdo bien, ¡tengo aún incrustado en la nariz el olor a naftalina que había por la calle! Bueno, un par de días de calor y uno guarda toda la ropa de invierno, pero Noviembre, como Febrero, a veces nos da esas sorpresitas. Por las dudas, tengo un suéter siempre a mano.
Mi razón principal para odiar el invierno ha sido siempre el dolor que traía consigo, al menos para mí. Sí, dolor. Me dolía el frío, en cualquier parte del cuerpo que no estuviese escrupulosamente cubierta por varias capas de ropa (termino pareciendo el muñeco de Michelín de tan acolchonadita). Más de una vez he salido a la calle con gorro, bufanda hasta la nariz y guantes... y me dolían los ojos, juro que no es una expresión. Me faltaban unas antiparras, pero, ¿cómo las justificaba? Otro punto: sabañones. Ya a nadie le salían, a mí sí, con el primer frío, y a pesar de los guantes, mitones y manoplas (unos sobre otros) los nudillos me quedaban agarrotados, deformes y coloraditos, como los de algún monstruo de peli de terror clase Z, y se quedaban así hasta antes de Navidad, y no desaparecían ni con los más abominables, repugnantes y/o escatológicos remedios caseros que se puedan imaginar (solo la acupuntura acabó de una vez y para siempre con las manos de dragón). También en esta época quisiera tener al Marqués un poquito más gordito para dormir, en vez de presumir al delgado, atlético y musculoso espárrago friolento que ronca, me roba las mantas y me patea cuando duerme.
Y podría seguir horas así, quejándome del malestar que me causaba el invierno, y también recordando mis sueños rotos de mudarme a Río de Janeiro o a alguna parte en el sur del hemisferio norte, y vivir dos veranos por año. Si no sigo, es por la simple y sencilla razón de que, un día, todo acabó.
Sí, en medio del invierno de hace algunos añitos descubrí, gratamente sorprendida, que ya no necesitaba tres pantalones, uno encima del otro. De hecho, me resultaba intolerable estar en un ambiente calefaccionado. ¿Y cómo no sentirme de pronto con hambre voraz en invierno? ¿Acaso no hay que comer dulces, chocolates, mucha azúcar y fritos, porque el frío lo debilita a uno? No era mi culpa si, en vez de engordar, adelgazaba cada vez más. Sería por los litros y litros de agua que tomaba.
El día de la Independencia que nevó, yo, la otrora "chica Brrrr" del barrio, salí muy contenta a mi patio a hacer angelitos con zapatillas de lona (sin medias), una remera y un pantaloncito de jogging, chocha de la vida. "¡Pero no hace frio!" decía yo. Podrían haber hecho 40 grados bajo cero, pero para mí no. Estaba contentísima, al fin había aprendido a convivir con el señor Invierno. Tal vez podría vivirlo con normalidad, como todos...
Pero no. No había aprendido nada. Sólo se me había despertado un pequeñísimo inconveniente que traía consigo alguna que otra cosita con la que sí tendría que aprender a convivir, y sabrá Dios desde cuándo estaba ahí, y de cuántos de mis problemitas habrá sido responsable... Y buah... Por lo menos no sentí frío por tres años, algo bueno tenía que tener...
Parece que esta vez me dará tregua: no me tiemblan las manos, no tengo taquicardia, ni el hambre que arrasa con todo. Y he vuelto a ponerme tres pantalones. Sí, otra vez me duele el frío (de lo sabañones, ni noticias). Y eso es bueno, ¿o no?

(P/D: ¿Alguien tiene alguna idea de por qué, con el frío que hace, pasan publicidades como esta? ¿Tendrán algo de sádicos?)

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